Dicen que al alcalde de Palma José Antonio Almenara no le embarga precisamente la tristeza por el señor lío ese de las escuchas telefónicas de la intermediación entre Rafael Velasco y el imputado por corrupción en el caso “Astapa”, en las que también sale a relucir Salvador Blanco el ex alcalde de Palma.
De todos es sabida la inquinilla que ha habido siempre entre Almenara y Blanco y entre Almenara y los delfines de Blanco, una inquinilla que en el pasado se saldó con zancadillas de todos los colores, rechinares de dientes y a joerse tocan, tal y como pasó cuando Almenara le disputó la candidatura a la alcaldía a Blanco (con escaso éxito, todo hay que decirlo) y después tomó cumplida venganza cuando se alzó como secretario general de los Pesoeros de la provincia y le tocó a Blanco el rechinar de dientes por tener de jefe de partido a quien antes los rechinó.
En fin, que parece que el PSOE de Palma está divididillo entre los que se alegran del tropiezo del Velasco (“el niño ese”, como le llaman los PSOEs antiguos de Palma) porque siempre lo han visto como un “creidillo” y los que sienten muy de veras que el tal se vea escarnecido por La Razón, El Mundo, ABC y ralea semejante, que parece son los menos porque, no nos engañemos, el Velasco entre sus compis de partido (al menos en Palma) despierta pocas simpatías. Amos, que las simpatías que despierta son más que ná de boquilla porque aquí tol mundo es la mar de envidioso y entre eso y que el niño se da poco a querer pues ya la tenemos liada.
Y digo yo: ¿pa qué queremos ver las series esas americanas si aquí en nuestro mismo pueblo te lo pasas pipa na más que pegando el oído aquí y allá? Amigos, padres, vecinos, conocidos, tol mundo sentera de to, questo es un pueblo al fin y al cabo, un patio de vecinos cotorros, oiga. Y se oye cada cosa en los bares que… ya…ya. Pa escribí la Biblia en verso, joer que indiscreta es la gente. Que pa enterarse de los trapos sucios no hay más que pedirse una tapa chipirones en el bar adecuado y ante el respetable adecuado, que el Giménez Losantos y el Gabilondo se quedan en pañales al lao de algunos comentaristas locales de codo apoyao en barra cervecita va y viene. ¡Cuánta sabiduría y traposuciez en tan poco espacio!
De todos es sabida la inquinilla que ha habido siempre entre Almenara y Blanco y entre Almenara y los delfines de Blanco, una inquinilla que en el pasado se saldó con zancadillas de todos los colores, rechinares de dientes y a joerse tocan, tal y como pasó cuando Almenara le disputó la candidatura a la alcaldía a Blanco (con escaso éxito, todo hay que decirlo) y después tomó cumplida venganza cuando se alzó como secretario general de los Pesoeros de la provincia y le tocó a Blanco el rechinar de dientes por tener de jefe de partido a quien antes los rechinó.
En fin, que parece que el PSOE de Palma está divididillo entre los que se alegran del tropiezo del Velasco (“el niño ese”, como le llaman los PSOEs antiguos de Palma) porque siempre lo han visto como un “creidillo” y los que sienten muy de veras que el tal se vea escarnecido por La Razón, El Mundo, ABC y ralea semejante, que parece son los menos porque, no nos engañemos, el Velasco entre sus compis de partido (al menos en Palma) despierta pocas simpatías. Amos, que las simpatías que despierta son más que ná de boquilla porque aquí tol mundo es la mar de envidioso y entre eso y que el niño se da poco a querer pues ya la tenemos liada.
Y digo yo: ¿pa qué queremos ver las series esas americanas si aquí en nuestro mismo pueblo te lo pasas pipa na más que pegando el oído aquí y allá? Amigos, padres, vecinos, conocidos, tol mundo sentera de to, questo es un pueblo al fin y al cabo, un patio de vecinos cotorros, oiga. Y se oye cada cosa en los bares que… ya…ya. Pa escribí la Biblia en verso, joer que indiscreta es la gente. Que pa enterarse de los trapos sucios no hay más que pedirse una tapa chipirones en el bar adecuado y ante el respetable adecuado, que el Giménez Losantos y el Gabilondo se quedan en pañales al lao de algunos comentaristas locales de codo apoyao en barra cervecita va y viene. ¡Cuánta sabiduría y traposuciez en tan poco espacio!